Publicado
en “Diario Uno” de Paraná el domingo 14 de mayo de 2016.
El
gran misterio astronómico de nuestro satélite natural son los “Fenómenos Lunares
Transitorios” o FLT (también conocidos por la sigla en inglés LTP, “lunar
transient phenomena”). Se trata de cambios repentinos de brillo o
luminosidad en la superficie lunar de corta duración cuya causa se desconoce.
Algunos de ellos son especialmente brillantes, ya que existen reportes desde la Edad Media , época en
que solamente podían ser visualizados a ojo desnudo. Su duración es también muy
variable, ya que pueden durar solo algunos segundos, pero también se han
reportado algunos de más de una hora de duración. Son sumamente controvertidos
por dos razones. Primero, porque son extremadamente raros y breves, muchos sólo
son observados por una persona y por pocos segundos, lo que hace imposible el
control científico de la observación. Segundo, porque implican la existencia de
cambios en la superficie lunar, una posibilidad que la astronomía por mucho
tiempo ha rechazado.
Las
objeciones científicas a la seriedad de los reportes de fenómenos lunares
transitorios se basan en considerar que son o bien distorsiones provocadas por
turbulencias atmosféricas en la
Tierra que producen la ilusión óptica de cambios en la Luna o bien errores de
apreciación de un observador inexperto. Es cierto que muchos reportes de FLT
pueden explicarse así, pero también lo es que muchos corresponden a
observadores lunares experimentados y un buen número fueron documentados. Durante
la misión del Apolo XI a la Luna
se les pidió a los tripulantes que confirmaran un FLT que estaba siendo
reportado en el cráter Aristarco desde el observatorio alemán de Bochum y Neil
Amstrong comprobó que dicha área estaba “considerablemente más iluminada que el
área circundante” con una especie de “fluorescencia”.
El
debate sobre si la Luna
es un cuerpo geológicamente muerto o si se han producido cambios recientes está
íntimamente ligado con el debate sobre la realidad de los FLT. Desde principios
de la década de los ’60 se considera que los cráteres lunares se formaron por
impactos meteoríticos, sobre todo al inicio del Sistema Solar, que originaron
gigantescos flujos de lava que, solidificados, generaron a su vez las llanuras
basálticas llamadas “mares” (las zonas oscuras de la Luna ). La Luna se habría formado, tal
como la vemos, hace más de 3.000 millones de años y ya no sucedió nada más. La
teoría perdedora fue la del origen volcánico de los cráteres, que postulaba la
existencia posible de vulcanismo residual en el interior o en la superficie. La
derrota fue tan completa que hablar de vulcanismo en la Luna fue palabra prohibida
por mucho tiempo, y una víctima adicional fue la credibilidad de los reportes
de FLT, que implicaban la posibilidad de cambios transitorios en la superficie
lunar.
La
comprobación por distintas misiones a la Luna de afloramientos temporarios y esporádicos
de gases en la superficie lunar ha originado lo que parece ser la explicación
más plausible para la mayoría de los FLT. La misión Lunar Prospector
(1998/1999) comprobó la aparición de gas radón en la superficie cerca de los
cráteres Kepler y Aristarco (éste último concentra casi la mitad del total de
reportes de FLT). Recordemos que la
Luna carece de atmósfera por su débil atracción gravitacional,
por lo que las muestras de gas son fáciles de detectar.
El
estudio estadístico de los FLT en relación con la detección de
afloramientos de gas ha permitido
relacionarlos con una serie de indicadores selenográficos relacionados con
lugares donde la corteza es más débil: límites entre las zonas altas y las
zonas oscuras, bordes de montañas y laderas de los cráteres más brillantes.
Esto posibilitaría una búsqueda sistemática en dichas zonas, mientras que los
anteriores intentos (realizados en la totalidad de la superficie o en
determinados cráteres) fueron infructuosos.
Pero
hay otra posibilidad, además de la búsqueda de nuevos reportes. La Association of Lunar
and Planetary Observers (ALPO), la British Astronomical
Association (BAA) y la Aberystwyth University (en Gales) llevan adelante
el “Proyecto de Verificación/Eliminación de Reportes Históricos de Fenómenos
Lunares Transitorios” dentro del “Programa de Detección de Cambios Geológicos
Lunares”, cuyo objetivo es verificar cómo es la apariencia normal
de un área de la Luna
en las mismas condiciones de observación en las que se produjo un fenómeno
lunar transitorio en el pasado. Repetir exactamente una observación antigua
permite comprobar si la “anomalía” observada es tal o si es simplemente un
efecto de la atmósfera terrestre o, más comúnmente, un error de interpretación
de las condiciones de la superficie lunar en ese momento exacto, condiciones
infrecuentes pero no anormales, por falta de conocimiento del observador. En
buen criollo, el primer observador “no sabe cómo es la apariencia normal” del
sitio observado y reporta como anómalo algo que es normal. Aquí entran las
condiciones de iluminación y libración. Sabemos que los accidentes lunares
presentan un aspecto muy variado de acuerdo a cómo incide la iluminación solar,
a lo que hay que añadir los “estiramientos” de la superficie lunar por el
movimiento de libración, producto de la atracción gravitatoria de la Tierra. Ambas
condiciones hacen que cada observación lunar capte un momento casi único de un
accidente determinado. Por ello, es muy fácil que cualquier observador tome
como una anomalía (FLT) lo que no son más que las condiciones “extraordinarias”
de luz y sombra del accidente en un momento dado, condiciones que no se han
repetido para ningún otro observador pero que se repetirán si se reproduce
exactamente la observación. Y en eso consiste este programa de investigación, un claro ejemplo de colaboración entre astrónomos profesionales
y amateurs (PRO-AM). El Director del Programa, Anthony Cook (astrofísico
de la University
of Aberystwyth) elabora mensualmente una guía de observación en la que
se detallan posibles horarios de observación para distintas ubicaciones
geográficas. De acuerdo a sus posibilidades, astrónomos de todo el mundo
cumplen con las observaciones requeridas. ¿Qué se hace con nuestras
observaciones? Se compara nuestro reporte y/o imagen o video con el reporte de
FLT histórico para comprobar si el evento reportado se ha repetido en nuestra
observación. De repetirse dicho evento, sería un indicio de que lo que vio el
primer observador es la apariencia rara del accidente lunar observado (por
iluminación solar y libración) pero que se repite cada vez que se dan las mismas
condiciones. Si no se repite, sería un indicio a favor de la existencia del
FLT. Por supuesto, una sola observación no es determinante, por lo que las
observaciones sirven para revisar la gradación que al FLT se le ha asignado en
los distintos catálogos existentes.
Con
las repetidas observaciones y en palabras de Anthony Cook: “iremos eliminando
gradualmente los reportes de FLT menos confiables de nuestra lista y
reajustando el valor observacional de los demás”.
Desde
la Asociación Entrerriana
de Astronomía colaboramos activamente con dicho programa, realizando
observaciones de los accidentes lunares indicados para nuestra zona en los días
y horarios predeterminados. Gracias a que la AEA integra la Liga Iberoamericana de
Astronomía (LIADA)-entidad de grado superior que agrupa asociaciones de América
y España, hemos combinado las observaciones con observadores de Bolivia y
pronto se sumarán desde otros países. Al cumplir nuestras observaciones con los
estrictos estándares de calidad de la Association of Lunar and Planetary Observers,
hemos sido incluidos en numerosas ocasiones en “The Lunar Observer”, la revista
mensual de observación lunar más prestigiosa a nivel mundial, así como la
“Lunar Section Circular” de la British
Astronomical Association,
y también han servido para el análisis de numerosos reportes históricos
de Fenómenos Lunares Transitorios.
Creemos
que es importante que se sepa la contribución que la astronomía entrerriana
está realizando a los estudios lunares y al estudio del gran enigma lunar en
particular.
Alberto
Anunziato
Coordinador
Sección Lunar Liga Iberoamericana de Astronomía.
En
los cráteres más recientes se han registrado fenómenos lunares transitorios.
Cráteres Kepler y Copérnico en una imagen tomada desde el Observatorio de Oro
Verde de la Asociación Entrerriana de Astronomía.
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