(Marcelo Mojica – Club de Astronomía Icarus)
Hay noches en las que la Luna
parece mirarnos con un guiño especial. Entre los infinitos cráteres que adornan
su rostro, uno de ellos espera silencioso, casi discreto, pero lleno de
secretos que recompensan al observador paciente. Su nombre es Vitello, una
formación de 41 kilómetros de diámetro que se recuesta en el sur de Mare
Humorum, como un recuerdo antiguo de impactos titánicos y fuerzas
interiores que aún resuenan en la imaginación humana. [1]
Fig.1.- Se observa a Vitello con su “meseta interna”, sobre la cual se destacan sus picos centrales. Imagen obtenida con un Mak de 150mm de apertura a F/12, con filtro UV, IR de Baader en fecha 2025/Ago/05 a horas 23:05 UT con s=6/10 y t=4/6
Un escenario de historia cósmica
Vitello nació hace cerca de 3.8
mil millones de años [1], en los albores de la Luna que hoy
conocemos. Su origen fue un impacto meteórico formidable, pero su vida no
terminó en ese instante. La Luna seguía viva en su interior y, en algún
momento, fuerzas ocultas hicieron que su piso se fracturara y se elevara,
creando un anillo interno y un montículo central que parecen contar una
historia de luchas y movimientos subterráneos.
Observar Vitello es asomarse a una época en que el Sistema Solar entero era un
hervidero de rocas y fuego, cuando cada cráter era una chispa de creación.
El placer de
observarlo
La belleza de Vitello no exige
grandes instrumentos. Fig.1. Con un pequeño refractor de 50 mm ya se intuye su
contorno, pero un telescopio de 150 mm o más revela su verdadera riqueza: los
picos centrales iluminado como un faro, los anillos internos que parecen ondas
de piedra, las fracturas que cruzan el piso como cicatrices de un tiempo
remoto.
El mejor momento para buscarlo llega tres días después del Primer Cuarto o dos
días después del Último Cuarto, cuando el Sol lunar ilumina de costado y las
sombras resaltan cada relieve. Es entonces cuando el corazón del observador
late un poco más rápido, al reconocer que lo que mira no es solo una imagen,
sino un relato geológico que ha sobrevivido miles de millones de años. [1]
El relieve
que conquista la mirada
Basta un telescopio modesto para
percibir que Vitello no es un cráter cualquiera. Sus paredes elevadas, que se
alzan más de 3.2 kilómetros sobre el piso, muestran una silueta quebrada por
pequeños cráteres secundarios, como el diminuto Lee M en el noroeste. En su
interior se destaca un pico brillante (de cinco) que se yergue orgulloso,
recordando que la Luna también sabe esculpir montañas. El suelo, lejos de ser
plano, parece un paisaje atormentado, con fracturas y anillos concéntricos que
delatan un pasado de presiones internas. [1]
Cuando el terminador —la frontera
entre la noche y el día lunar— acaricia la región de Humorum, las sombras
alargadas dibujan estas estructuras con una nitidez casi mágica. En esos
momentos, Vitello deja de ser solo un nombre en un mapa: se convierte en un
escenario de luces y sombras que respira ante nuestros ojos.
Un nombre
con herencia de luz
Vitello lleva el nombre de Erazmus
Ciołek Witelo Fig.2. filósofo y astrónomo polaco del siglo XIII que dedicó su
vida al estudio de la óptica. Qué hermoso homenaje: un cráter que juega con la
luz y las sombras, nombrado en honor de un hombre que buscó comprender sus
secretos. Al contemplarlo, sentimos la continuidad entre las mentes que
exploraron el cielo en la Edad Media y nuestras propias miradas modernas.
[1]
Invitación a la aventura
Cuando la próxima Luna creciente
se eleve sobre el horizonte, prepara tu telescopio, tus binoculares o incluso
tu cámara fotográfica. Busca el suroeste del disco, localiza la elegante cuenca
de Mare Humorum y deja que tus ojos se deslicen hacia el sur. Allí, Vitello te
estará esperando, como un susurro del pasado que se vuelve presente. Fig.3.
La experiencia no es solo
científica: es profundamente humana. En cada cráter, en cada sombra, late la
certeza de que el universo es antiguo, vasto y, sin embargo, cercano. Al
observar Vitello, sentimos que nuestra mirada une los siglos: desde los
primeros astrónomos que lo nombraron hasta los exploradores del futuro que
quizá lo pisen.
Una noche
para recordar
Sal, respira el aire frío de la
noche, siente el peso de las estrellas y la luz de la Luna acariciando tu
rostro. Apunta tu telescopio y deja que Vitello te cuente su historia. En su
anillo interior, en su montaña central, en las fracturas que cruzan su piso,
hay poesía grabada en roca. Observarlo es más que un acto de curiosidad: es un
diálogo silencioso con la eternidad.
La próxima lunación es tu oportunidad. No
dejes que Vitello siga siendo solo un nombre en los atlas: conviértelo en una
experiencia, en una imagen propia, en un recuerdo que te acompañe cada vez que
mires hacia la Luna. Porque en cada noche de observación, el cielo no solo
revela sus secretos… también despierta los nuestros.
Bibliografía
1. Virtual
Moon Atlas. Software
gratuito. Descarga en: https://1-ap--i-net.translate.goog/avl/en/download?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc&_x_tr_sch=http&_x_tr_enc=1
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