domingo, 26 de febrero de 2023

PLUTARCO COMO PRECURSOR DE GALILEO

 

Traducción del texto aparecido en la edición de febrero 2023 de “The Lunar Observer”

“Ver para creer, pero no vemos solo con nuestros ojos. Miramos el mundo con la ayuda de imágenes heredadas que podemos esforzarnos por mejorar pero que no trabajamos para reemplazar a menos que ocurra algo dramático”

William Shea

El arte de ver excede el sentido de la vista, es un arte que se aprende teóricamente, como cualquier arte. Lo dijo de manera insuperable John Herschel en sus “Scientific Papers”: “Ver es, en algunos aspectos, un arte que debe aprenderse. Hacer que una persona vea con tal aumento es casi lo mismo que si me pidieran que tocara una de las fugas de Haendel en el órgano. Muchas noches he estado practicando para ver, y sería extraño que uno no adquiriera cierta destreza con una práctica tan constante”. Cuando hoy observamos la Luna, la vemos ayudados por un bagaje de conocimientos adquiridos en tres siglos y medio de observaciones visuales y más de 60 años de misiones espaciales en órbita y superficie lunar. Cuando observamos visualmente difícilmente reconoceríamos lo que no conocemos previamente, lo que también puede derivar en un sesgo observacional (por eso es conveniente registrar todo lo que se observa, sin juzgar sobre su fiabilidad mientras estamos detrás del ocular, el momento de chequear es posterior a la observación). ¿Observar es un arte? Claro, pensemos que hoy podemos observar Sirius B, la estrella compañera de Sirius con telescopios mucho más pequeños que el refractor de 470 mm con el que fue por primera vez observada. En la Luna los ejemplos abundan, los dorsa, por ejemplo, fueron registrados por vez primera por Johann Schröter a fines del siglo XVIII, pero son visibles con telescopios bastante más pequeños que los que usaron sus antecesores, quienes veían los maría como completamente lisos (o al menos así los registraban). Entonces, cada observador observa “subido a hombros de gigantes”. ¿Y la primera observación lunar telescópica? Sabemos que la realizó el inglés Thomas Harriot, pero la segunda sí fue mucho más documentada, la realizó Galileo Galilei el 30 de noviembre de 1609, y quedó documentada (junto con las siguientes) en el que, me atrevo a decir, fue el libro más importante de la historia de la astronomía: “Sidereus Nuncius” (“Sidereal Message” or “Sidereal Messenger”). ¿Fue la de Galileo una observación pura, no sabía lo que podía ver en la Luna? No, el debate sobre la naturaleza de la Luna llevaba siglos cuando Galileo llevó su telescopio pionero a la superficie de nuestro satélite. De acuerdo con la concepción ptolemaica de un universo sin cambios fuera de la Tierra, la Luna se pensaba como un astro más, una esfera perfecta, de cristal o fuego, y las manchas oscuras (“la cara que se ve en la Luna”) se explicaban como defectos visuales de los observadores, reflejos de los mares terrestres y otras hipótesis similares. El paradigma minoritario concebía a la Luna como un astro diferente a los demás, similar a la Tierra. De las obras de los antiguos que conservamos, este paradigma minoritario se encuentra explicado en la obra del filósofo Plutarco de Queronea “Sobre la cara visible en la Luna” (incluida en “Moralia”). Es un diálogo en el que se debate sobre las distintas opiniones acerca de la naturaleza de la Luna para luego debatir sobre su naturaleza metafísica como sede de los daimones y morada transitoria de las almas antes de volver a encarnar en un ser humano. Lo más interesante, y asombroso, de la obra de Plutarco es el fundamento “observacional” de su hipótesis de la Luna como otra Tierra (del que deriva su habitabilidad), que “tiene hendiduras, o profundidades y huecos, lo que es un argumento para los que hacen de ella un cuerpo parecido a la tierra”: el análisis del terminador (recordemos, observado a simple vista): “la apariencia de los lugares oscuros de la Luna no es uniforme; hay istmos, por así llamarlos, donde el brillo parte y define la sombra, cada región está delimitada y tiene su propio límite, y así los lugares donde se encuentran la luz y la sombra asumen la apariencia de altura y profundidad” (página 18). “Pero la Luna tiene muchas irregularidades y partes rugosas, de modo que los rayos que proceden de un cuerpo grande, cuando caen sobre eminencias considerables, están expuestos a contrailuminación y dispersión recíproca; la luz cruzada se refleja, envuelve y acumula como si nos llegara desde varios espejos (…)” (página 30).  Las citas pertenecen a la traducción de A. O. Prickard de 1911: “The Face wich appears on the Orb of the Moon”.

En “Sidereus Nuncius” Galileo analiza sus observaciones con el telescopio, decisivas para el cambio hacia el paradigma copernicano. Las primeras observaciones analizadas son las lunares, y realiza una descripción de la superficie lunar: “Me han llevado a la opinión que he expresado, a saber, que estoy seguro de que la superficie de la Luna no es perfectamente lisa, libre de desigualdades y exactamente esférica, como considera una gran escuela de filósofos con respecto a la Luna y el otros cuerpos celestes, sino que, por el contrario, está lleno de desigualdades, desigual, lleno de huecos y protuberancias, al igual que la Superficie de la Tierra misma, que es variada por todas partes por altas montañas y profundos valles” (las citas pertenecen a la traducción de Edward S. Carlos de 1880).  Galileo no cita a Plutarco en “Sidereus Nuncius”, cita a los pitagóricos, pero claramente conocía su texto. Esta omisión puede deberse a que se lo conocía por su vanidad (la atribución del telescopio como invento suyo se debe a sus afirmaciones), que lo llevaría a negar su fuente (y de hecho se lo acusó de plagiar a Plutarco, a partir del análisis textual del Sidereus Nuncius, comparándolo con la traducción latina de Xilander del texto griego). O bien, porque consideraba los datos obtenidos con la observación como superiores epistemológicamente a las opiniones de los filósofos, a diferencia de Kepler. Galileo en Sidereus Nuncius enuncia dos pruebas de la existencia de elevaciones y depresiones en la Luna. La primera es una comprobación de lo enunciado por Plutarco: el terminador es desigual: “la frontera que divide la parte en sombra de la parte iluminada no se extiende de forma continua en una elipse, como ocurriría en el caso de un cuerpo perfectamente esférico, sino que está delimitada por una línea irregular, desigual y muy ondulada, como se representa en la figura dada, porque varias excrecencias brillantes, como pueden llamarse, se extienden más allá del límite de la luz y la sombra hacia la parte oscura, y por otro lado, pedazos de sombra invaden la luz: no, incluso una gran cantidad de pequeñas manchas negruzcas, totalmente separadas de la parte oscura, salpican por todas partes casi todo el espacio que en ese momento está inundado por la luz del sol”. Es una comprobación experimental de lo enunciado por Plutarco. Aunque quizás lo enunciado por Plutarco pudo haber sido el resultado de la observación visual (¿se verán a simple vista las irregularidades del terminador?). La segunda prueba si es original de Galileo, la presencia de puntos luminosos en la parte oscura de la cara visible, cerca del terminador, que interpretó correctamente como los puntos más altos que reciben primeros los rayos del Sol al amanecer, por analogía con la Tierra: “varias excrecencias brillantes, como se les puede llamar, se extienden más allá del límite de la luz y la sombra hacia la parte oscura (...) ¿no es el caso en la Tierra antes del amanecer, que mientras la llanura plana está todavía en la sombra, los picos de la las montañas más altas están iluminadas por los rayos del sol? Después de un poco de tiempo, la luz no se extiende más, mientras que las partes medias y más grandes de esas montañas se iluminan; y por fin, cuando ha salido el sol, ¿no se juntan las partes iluminadas de los llanos y de las colinas?”.

No hay descripciones directas de las montañas, como tampoco de ningún accidente lunar completo. En primer lugar, porque “El problema era que el acto de ver a través de un telescopio no era tan sencillo. Las lentes colocadas en ambos extremos de un tubo no solo magnificaban la imagen, sino que también producían distorsiones: alargamientos, desenfoques, franjas de color. El campo de visión del telescopio de Galileo era muy estrecho y no podía ver más que una pequeña fracción de la Luna a la vez. Era prácticamente imposible enfocar el instrumento de un metro de largo sin fijarlo al alféizar de una ventana oa un soporte. Los eruditos mayores, que intentaron manejar el telescopio, se molestaron cuando el objeto siguió saltando” (William R. Shea: “Galileo the Copernican”, page 52). Además, el telescopio que usó para las observaciones lunares del Sidereus Nuncius, que alcanzaba apenas los 8 aumentos. La imagen que acompañamos es la que eligió Galileo para ilustrar la irregularidad del terminador y los puntos brillantes en su cercanía (en la parte del Sidereus Nuncius que citamos). El detalle en este y otros dibujos de Galileo es poco, pero eso se debe a que la finalidad de los dibujos de Galileo no era cartográfico sino “enfatizar las analogías con los paisajes terrestres y no las diferencias” (William Sheehan-Thomas Dobbins, Epic Moon, page 9).

Mi hipótesis es que Galileo hubiera tardado mucho más en reconocer que en la Luna hay elevaciones y depresiones como en la Tierra de no haber conocido el texto de Plutarco. ¿Las montañas de la Luna serían evidentes por sí mismas al observarse con un catalejo de 8 aumentos? Nunca lo sabremos, porque los que siguieron a Galileo en la observación telescópica de la Luna lo hicieron sobre la base de sus observaciones y de la interpretación realizada en base al texto de Plutarco. Galileo utilizó las observaciones para desmentir un paradigma (una Luna lisa y perfecta) y apoyar otro (La Luna como un cuerpo terrestre), pero ambos paradigmas eran prexistentes. La cultura renacentista en la que surgió la astronomía moderna daba una enorme importancia a las fuentes clásicas, y Galileo se apoyó en Plutarco como lo haría cualquier científico de la época. No olvidemos que Kepler era un devoto del libro de Plutarco y toda su observación y teoría lunar se apoyan en el reconocimiento de esa fuente. Galileo funda la ciencia moderna cuando le atribuye un valor esencial a la observación frente a la autoridad, pero se sirvió de la autoridad para validar la observación en un primer momento. Plutarco siguió siendo una fuente de validación teórica de las primeras observaciones, no solamente en Kepler sino en la primera enciclopedia lunar, la “Selenographia” de Hevelius, publicado en 1647, Plutarco es una autoridad citada. Comprensiblemente, después de Hevelius, Plutarco deja de ser citado, la autoridad de la ciencia griega ya no era necesaria mientras las observaciones se multiplicaban y confirmaban su texto.


viernes, 24 de febrero de 2023

DORSUM AZARA


 

Traducción del texto aparecido en la edición de “The Lunar Observer” de febrero 2023

Detrás del ocular, incluso cerca del terminador, Dorsum Azara (en el Mare Serenitatis) se veía como un wrinkle ridge en miniatura, se veía definido, pero en tonalidades de gris pálido y su sombra era delgada, no se distinguía detalles de su topografía. En su momento, pensé que era un wrinke ridge no muy alto, aunque me intrigaba el hecho de que tenía un nombre propio, lo que indicaría que es importante. Hay muchos wrinkle ridges que no tienen nombre pero cuyos componentes topográficos se distinguen claramente. Dorsum Azara tiene nombre, pero no parece especialmente importante. Bien, para averiguar más sobre Dorsum Azara recurrí a la maravillosa enciclopedia sobre wrinkle ridges que es el Capítulo 27 de Luna Cognita de Robert Garfinkle: “Probablemente el más interesante de los sistemas de wrinkle ridges en el lado cercano forma una gran "U" en la región sureste de Mare Serenitatis. Este extenso sistema consta de Dorsa Smirnov, Dorsa Lister, Dorsum Azara y Dorsum Nicol (...) Generalmente, corriendo de norte a sur se encuentra Dorsum Azara. Esta cresta baja y estrecha se eleva al sur del cráter de cono brillante Bessel D, gira hacia el sur en Sarabhai y termina en el cráter Deseilligny. La mayor parte de esta cresta tiene menos de 200 metros (656,16 pies) de altura. Esta cresta se ve mejor en ángulos muy bajos de iluminación solar”. Bien, es un wrinkle ridge bajo, de menos de 200 metros de altura (aunque no es poca altura si los futuros habitantes de la Luna tienen que escalarlos). Solamente registré una parte de Dorsum Azara, según Garfinkle, probablemente la parte más alta. Es interesante comparar la IMAGE 1 con la IMAGE 2, que es un detalle extraído de la Lunar Chart (LAC) 42 (disponible en https://www.lpi.usra.edu/resources/mapcatalog/LAC/ ), orientada de acuerdo a la IMAGE 1, en la que el cráter de la izquierda es Bessel D (5 kms de diámetro) y el de la derecha no tiene nombre, es bastante más pequeño. En IMAGE 1 aparece en el borde occidental de Dorsum Azara, mientras que en la IMAGE 2 aparece en el centro. Esto querría decir que lo que observamos y registramos serían las partes altas (denominada cresta) y lo que escapó a nuestra vista fue el arco (el componente que está por debajo de la cresta, más ancho y bajo). En la IMAGE se ve claramente la cresta del Dorsum Azara, que coincidiría con lo registrado en la IMAGE 1.

 


Name and location of observer: Alberto Anunziato (Paraná, Argentina).

Name of feature: DORSUM AZARA

Date and time (UT) of observation: 2022-12-30-00.20 to 00.45.

Size and type of telescope used: 105 mm. Maksutov-Cassegrain (Meade EX 105)

Magnification: 154X

lunes, 20 de febrero de 2023

UNA DE LAS ÁREAS MÁS BELLAS DE LA LUNA


 

Traducción del texto aparecido en “The Lunar Observer” de febrero 2023

No recuerdo haber observado con detenimiento Mons Delisle hasta la noche que intenta documentar la IMAGE 1. Los dos cráteres más prominentes son: Diophantus (17 kms de diámetro) al Sur y Delisle (25 kms de diámetro) al Norte. El “terreno escarpado” alrededor de ambos que menciona Kwok C. Pau (Photographic Lunar Atlas for Lunar Observers, Tomo 2, página 322) no se percibe con la iluminación oblicua cerca del terminador. Pero son notables tres accidentes muy distintos entre sí que se encuentran entre ambos cráteres de impacto. El primero, y más notorio es Mons Delisle, al que Elger se refiere como “Una montaña triangular”, y Pau da más detalles: “Su extremos sur es levemente redondeado y el extremo norte estrecho. Mons Delisle recibió el sobrenombre de “el bebé” de Gerard Kuiper”. A decir verdad, solamente distingo la forma de bebé en las imágenes de las páginas 323 y 324 del Atlas de Pau, en las que Mons Delisle aparece bajo distintas iluminaciones. Durante la observación se veía una zona más brillante y que incluso proyectaba sombra hacia el este, y una sombra interna que estimé que correspondería a la que proyecta la parte más alta del macizo, que corre de norte a sur. Dicha sombra interior, de norte a sur, parece bastante anómala, siendo tan estrecho Mons Delisle, y además no se la aprecia en las imágenes que pude encontrar. Para dilucidar la duda recurrí a esa herramienta tan extraordinariamente útil, el Lunar Reconnaissance Orbiter Quickmap, más precisamente su mapa de relieve (Terrain-slope), que corresponde a la captura de pantalla de la IMAGE 2. Como ven, el interior de Mons Delisle presenta una depresión interna en su centro, que se distingue en IMAGE 1 como una sombra interna. Menos conocido que Mons Delisle es “una cresta sinuosa que llega hasta la pared norte” (Thomas Elger, The Moon, página 80) de Delisle. Es bastante prominente, no tanto como para reconocer los elementos de su topografía (arco y cresta), pero sí para proyectar sombra. Y el tercer elemento es un cráter con rayos brillantes verdaderamente fascinante: Samir, de apenas 1.2 kms de diámetro. Incluso con iluminación oblicua, para nada favorable a mostrar los rayos brillantes, las eyecciones de este pequeño, pero reciente (y por eso brillante) son un gran espectáculo. El patrón de los rayos es característico de los cráteres muy pequeños. Me encantaría disfrutarlo cerca de luna llena, pero estoy seguro que siendo tan pequeño debe confundirse fácilmente con otros materiales brillantes. Una última consideración. Dibujé un punto negro en el centro de los rayos brillantes, pero la sombra de Samir no puede exceder su diámetro de 1.2 kms, lo que lo deja fuera del poder de resolución de mi pequeño 105 mm Maksutov-Cassegrain. Al momento de la observación no sabía el diámetro de Samir. ¿Puede ser que mi cerebro haya completado, a partir de lo que esperaba ver, los rayos brillantes con un cráter que debería estar ahí, que no estaba viendo? No me parece una perspectiva agradable, registrar cosas que no veo, sino que mi cerebro, como una pareidolia, simula que ve. Hay que registrar lo que uno ve, o cree ver, y luego chequearlo con lo que realmente deberíamos ver. Una interesante reflexión filosófica derivada de la observación visual.



 

Name and location of observer: Alberto Anunziato (Paraná, Argentina).

Name of feature: DELISLE

Date and time (UT) of observation: 2023-01-03-00.55 to 01.15.

Size and type of telescope used: 105 mm. Maksutov-Cassegrain (Meade EX 105)

Magnification: 154X