miércoles, 3 de abril de 2019

CRÓNICAS LUNARES. EL ROTULADOR QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

Publicado en "Diario Uno" de Paraná el 1º de abril de 2019


Alberto Anunziato (Sociedad Lunar Argentina)
sociedadlunarargentina@gmail.com




Las misiones Apolo eran intrínsecamente peligrosas, y la que llevaría a los primeros hombres a pisar la superficie de la Luna (Apolo 11) agregaba los peligros inherentes al descenso a la Luna y al ascenso hacia el módulo de comando y servicio que los llevaría de vuelta a la Tierra. Recordemos que mientras Michael Collins orbitaba la Luna, el módulo lunar “Eagle” se desprendería del módulo de comando y servicio y descendería hacia la Luna. Esa fase era una de las más angustiantes, porque no había mucho margen de error, ya que el combustible para la maniobra era poco. Para colmo, Neil Armstrong estuvo literalmente a una fracción de segundo de la muerte cuando entrenaba con el modulo luna, en Tierra, y logró eyectarse poco antes de chocar, para luego casi caer con su paracaídas sobre el módulo ardiendo.  Cuando el “Eagle” inició su descenso en piloto automático, Amstrong se percató de que el sitio de alunizaje programado era muy rocoso y que la maniobra sería demasiado peligrosa, por lo que tomó el control y llevó la nave a una zona más lejana pero más lisa, aunque eso implicó gastar más combustible y llegar al límite después del cual un eventual aborto del alunizaje sería imposible.  Riesgo superado.
Buena parte de las casi 5 horas que pasaron Armstrong y Aldrin en la Luna transcurrieron en el estrechísimo módulo, horas más incómodas todavía por los trajes espaciales. Los roces eran constantes. Buzz Aldrin vio algo que llamó su atención. Se trataba de un interruptor, tirado en el piso. Pero no cualquier interruptor, en ineludible aplicación de las leyes de Murphy, era el interruptor del sistema de ignición de los cohetes que llevarían al módulo de alunizaje desde la superficie lunar al módulo de servicio y comando para poder regresar a la Tierra. La aventura humana más lejana podía terminar en tragedia por un simple interruptor. Buzz Aldrin cuenta en su libro “Return to Earth”, publicado en 1973 como reparó la falta del interruptor: “Como era un circuito eléctrico, decidí no tocarlo con el dedo ni usar nada que fuera metálico … tenía un rotulador en uno de los bolsillos de mi traje… después de postergar el procedimiento de cuenta atrás por un par de horas para el caso de que no funcionara, inserté un rotulador en el pequeño orificio en el que faltaba el interruptor, y apreté. Funcionó. Finalmente, podríamos despegar de la Luna”. Un simple rotulador, un marcador, una fibra, salvó a los dos astronautas de una muerte atroz y segura, ya que el módulo de servicio piloteado por Collins no podía descender a ayudarlos. La anécdota del rotulador-no fue una lapicera, como incorrectamente se la menciona por confusión entre “pen” (lapicera) y “felt tipped pen” (rotulador)- no fue mencionada en la inmensidad de libros que se publicaron luego del 20 de julio de 1969, la NASA parece haber ejercido una censura incomprensible sobre la falla. La develó Aldrin en su libro, ya con una relación conflictiva con la NASA. Decimos incomprensible, porque la sangre fría de estos dos héroes se aprecia claramente en solucionar un problema nimio pero en que les iba la vida.
Aparte
“Crónicas lunares” es una serie de artículos de divulgación que forma parte del programa “La Luna y nosotros”, destinado a celebrar los 50 años del alunizaje del Apolo XI y la llegada del hombre a la Luna y organizado por la Sociedad Lunar Argentina (SLA). Contactate con nosotros para unirte a nuestras actividades, enviando un email a sociedadlunarargentina@gmail.com

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