El 1º de
marzo a las 19 horas se constituirá en Paraná la Sociedad Lunar Argentina, con
la presencia de astrónomos profesionales y amateurs. Habrá tres conferencias
destinadas al público en general.
La Luna ha
acompañado al hombre desde siempre, como un símbolo de cambio (por sus fases) y
de permanencia (siempre desaparece, siempre vuelve). También ha sido la
depositaria de sus deseos más fervientes por alcanzar otros mundos, al ser el
más cercano. La observación lunar ha tenido una importancia fundamental en la
evolución de la astronomía y de la cultura misma. Primero a simple vista,
calculando con precisión sus fases y movimientos, al punto de poder predecir
los eclipses incluso partiendo de un modelo geocéntrico erróneo. La primera
observación telescópica de la historia, por Galileo, fue de la Luna. Saber cómo
era su superficie fue el primer impulso de conocimiento de la astronomía
moderna y saber que tenía una superficie que compartía características con la
Tierra-en vez de ser un astro puro y perfecto-inició la revolución que desplazó
al hombre del centro del universo. Desde entonces, la observación lunar fue la
más fructífera de todas, por 300 años sagaces observadores construyeron mapas
con detalles de ese mundo al alcance del telescopio pero irritantemente lejano.
Las mismas misiones espaciales que llevaron a los humanos a la Luna le deben
más a la observación visual cuidadosa que a las pobres imágenes de las sondas
de las décadas de los 50 y 60. Las misiones Apolo y las más modestas Lunokhod
soviéticas resolvieron muchos de los misterios de la Luna, pero no todos. Sin
embargo la astronomía lunar pasó de moda, primero con misiones como Pioneer y
Cassini a los planetas exteriores y luego con la fascinación actual por la
cosmología y la estructura del universo. Hasta el mismísimo Carl Sagan calificó
a la Luna de “aburrida”. El auge de la astrofotografía desplazó a la
observación visual, que implica conocer lo que se está observando, y la Luna
pasó a ser un paisaje.
Pues bien,
la Luna no es aburrida. La observación planetaria es la única que permite
asomarse con un simple telescopio de aficionado a los detalles de un astro y
además, los planetas y satélites se encuentran en un perpetuo cambio, por lo
que cada observación es única. La Luna goza de esas ventajas superlativamente:
los contrastes entre zonas en oscuridad y zonas iluminadas son dramáticos y la
región por donde pasa dicho límite (el terminador) cambia conforme avanzan los minutos.
Si agregamos los cambios que se producen por el movimiento de libración, cada
observación registra un paisaje lunar que no se repetirá o se repetirá después
de muchos años.
Y además son
muchos los enigmas lunares, desde su misma formación. Pero muchos de esos
enigmas necesitan de información obtenida de la observación. Sondas como “Lunar
Orbiter” o “Lunar Reconnaissance Orbiter” fotografiaron la totalidad de la Luna
en detalle, pero con la luz solar incidiendo frontalmente, lo que excluye las
sombras que cambian el paisaje constantemente. Todavía no sabemos cuántos
cráteres tienen particularidades en su suelo como zonas de distinta coloración
o bandas brillantes, hasta donde se extienden con precisión los rayos
brillantes de cráteres como Copernicus o Tycho, cuantos domos (algo así como
volcanes extintos) hay o si realmente existen esas iluminaciones u
oscurecimientos repentinos, imprevisibles y de poca duración llamados
“Fenómenos Lunares Transitorios”. Y lo más excitante es que la observación
meticulosa por aficionados con pequeños telescopios desde cielos urbanos es de
suma utilidad para acumular información que permita resolver estos misterios.
Para
promover la observación lunar entre una amplia gama de aficionados, desde el
que recién se inicia al más experimentado, la Liga Iberoamericana de Astronomía
(LIADA) y en particular su Sección Lunar decidió lanzar la Sociedad Lunar
Argentina.
Pero además
queremos difundir una de las más grandes aventuras humanas, que pensamos que
conocemos pero desconocemos: la exploración espacial y en particular las
misiones Apolo y sus alunizajes tripulados, devolverles su perdida carga
simbólica. Podrá ser una utopía querer que los niños vuelvan a soñar con ser
astronautas cuando sean grandes, pero nada malo hay en reivindicar la aventura
y la sed de conocer y viajar. Promover la exploración de la Luna, con el mismo
espíritu de las viejas sociedades que en los treinta promovían los viajes
espaciales cuando todos pensaban que eran imposibles.
La Sociedad
Lunar Argentina (SLA) nace con el mismo espíritu de asociaciones astronómicas
especializadas como International Meteor Organization (IMO) para la observación
de meteoros o la Association of Lunar and Planetary Observers (ALPO) para la
observación de planetas y la Luna. En América Latina la norma son las
asociaciones astronómicas que hacen difusión u observación de la astronomía en
general, y no suelen contemplar la importancia filosófica y antropológica de la
astronomía como madre de las ciencias. Nosotros intentaremos rescatar la
astronomía y la exploración espacial del encasillamiento en las ciencias duras
y reflexionar sobre cómo moldean nuestra cosmovisión. Y, sobre todo, promover
la observación lunar, que permite que todos aportemos nuestro granito de arena
al conocimiento del que seguramente será el segundo hogar de la humanidad.
En nombre de la Liga Iberoamericana de Astronomía y de la Sociedad
Lunar Argentina extendemos al público en general la invitación a sumarse al
inicio de esta aventura, que será en el salón de la Bolsa de
Cereales de Entre Ríos (San Martín nº 553, frente a Plaza Alvear) a partir de
las 19. Se podrán disfrutar tres conferencias: “Observación y exploración
Lunar: Pasado, presente y futuro” (Alberto Anunziato), “Movimientos Lunares”
(Prof. Dr. Raúl Roberto Podestá) y “Un reloj en la Luna” (Dr. Roberto
Aquilano).
La
entrada es libre y gratuita y no se necesitan conocimientos astronómicos,
solamente ganas de explorar.
Recuadro
aparte
La
más genuina experiencia de observación siempre será a través del ocular de un
telescopio. Nuestra región tiene el privilegio de contar con el Observatorio de
Oro Verde de la Asociación Entrerriana de Astronomía (AEA), en el que el
público puede acceder a las maravillas de nuestro cielo, incluida la Luna.
Todos los sábados de 21 a 23 horas, siempre que no esté nublado. La AEA es
además pionera en la observación lunar.
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